9.6.23

Militantes y simpatizantes furibundos

[La Brújula (Zona de confort), 1:25:00

Buenas tardes, querido Rafa Latorre. Ignacio Varela nos recordó el otro día en Málaga cómo se define ahora el expresidente Felipe González respecto al PSOE: dice que es "militante, pero no simpatizante". Es una fórmula brillante, de carácter estoico, mediante la cual González se mantiene fiel al partido, al tiempo que señala su distancia emocional e insinúa una discrepancia política. Un caso opuesto, salvando las diferencias de talla histórica, y de todo tipo, es el de Amparo Rubiales. Esta es militante, simpatizante y lo que haga falta: siempre a machamartillo. Es tan simpatizante que se hace antipática. Una de mis aficiones es asomarme a su Twitter para ver hasta dónde llega en su sectarismo. Nunca defrauda. Pero esta semana ha alcanzado su culminación cuando ha llamado "judío nazi" a Elías Bendodo, coordinador general del PP. ¿Por qué "nazi"? En la cabeza turbulenta de Rubiales, por criticar al presidente Sánchez. Si criticas a Sánchez eres nazi, sin más. Y si eres judío, pues ya está: eres "judío nazi". Como se ve, la militancia extrema produce monstruos. Al final Rubiales, presionada por sus compañeros, ha tenido que dimitir como presidenta del PSOE de Sevilla, y es lo que el PSOE de Sevilla tiene ganado. Los militantes, y también los simpatizantes furibundos, han contribuido al aislamiento en que han vivido y siguen viviendo en Moncloa. En la tertulia de 'La Brújula' del lunes poselectoral, Carmen Morodo dijo que en Moncloa no lo habían visto venir. Y tú, Rafa, apostillaste: "El problema es que no lo ven pasar". Diego Garrocho, filósofo y jefe de opinión del 'Abc', ha escrito sobre la responsabilidad de la prensa afín al Gobierno, que no ha ejercido la crítica. Esa prensa se ha comportado todos estos años como militante y simpatizante y hasta mayordoma. Es una Amparo Rubiales colectiva.