1. Ha bastado que Oughourlian se distancie un milímetro de Sánchez para que la redacción de El País, que le ha lamido a Sánchez hasta la pelusilla del ombligo, prepare un manifiesto "en defensa de su independencia". Arcadi Espada habla, por la directora Pepa Bueno, de "El País de Viva la Pepa". Se podría hablar mejor de "El País de Vivan las caenas".
2. Son particularmente repulsivos los que andan siempre cogiéndosela con papel de fumar pero que en cuanto ven el terreno allanado, apisonado, cuando ya ven que es suelo firme, se lanzan a expresarse con una contundencia impropia, como gustándose en su inopinada contundencia. Ha pasado ahora con algún misceláneo una vez que la "corresponsala de género" ha decretado la fatwa contra Luisgé Martín.
3. Me he apasionado por el cine de Chantal Akerman (por las películas y documentales suyos que hay en Filmin). Son filmaciones aburridas y maravillosas. Éric Rohmer, al que también adoro, parece los hermanos Marx a su lado. Lo de "ver crecer una planta" (o "ver pintar una puerta") es a Akerman a la que se le podría aplicar más que a Rohmer. La crítica ha tenido el hallazgo de decir que son películas contemplativas y no narrativas. Mi favorita es Los encuentros de Anna, autobiográfica. También me encanta la monumental Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles. Me he enamorado de las respectivas actrices: Aurore Clément y Delphine Seyrig; la primera es hoy una abuela, la segunda murió en 1990, con 58 años (la edad que tengo y a la que murió Thomas Bernhard).
4. En la entrada sobre Delphine Seyrig de Wikipedia aparece como último dato biográfico algo que en realidad no es de su vida: "Fue el amor no correspondido de Michael Lonsdale". En la entrada de este actor viene lo siguiente: "Como reveló en sus memorias, durante las clases de teatro con Tania Balachova en 1947 conoció y se enamoró de una de sus compañeras, Delphine Seyrig, con quien no consiguió concretar una relación. 'Era ella o ninguna, y por eso a los 85 años sigo soltero', escribió". Él murió en 2020.
5. Chantal Akerman se suicidó en 2015, poco después de que muriera su madre, una polaca superviviente de Auschwitz que acabó en Bélgica, donde la cineasta nació. A su madre le dedicó News from home, que aún no he visto, y No home movie, su última película. Su afán autobiográfico no omite el cuerpo: la propia Akerman sale en Yo, tú, él, ella (de 1974) desnuda, gordita, felpudónica, guapísima. Me he acordado de la memorable acuñación de Arcadi Espada (de nuevo): "felpudos Nouvelle Vague". Hubo un tiempo en que la mujer europea se dejaba felpudo y leía a Pascal. Así Maud. Por desgracia, ese tiempo ya pasó.
6. Cerveza con Enrique García-Máiquez antes de su charla con José Antonio Trujillo sobre la hidalguía en La Malagueta a propósito de su libro Ejecutoria, que me dedica. De nuestra amena e instructiva conversación se me queda flotando una idea: la del peligro de la satisfacción del columnista. En efecto, produce tanta satisfacción terminar una columna, a veces surgida de la nada, que el columnista ya se considera cumplido por ese día y no hace nada más. Esto no se da en Máiquez, que tiene columna todos los días y, sorteando ese peligro, hace muchas otras cosas, pero sí en mí: mis miércoles y mis sábados, en que escribo para los jueves y los domingos, son solo articulísticos. Francisco Umbral, columnista diario como Máiquez, decía que escribía su columna a primera hora y después se ponía a escribir de verdad.
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En The Objective.