31.12.23

Perlas de sabiduría popular, enemigos de la meritocracia y acento mexicano

[Montanoscopia] 

1. Me cae muy bien una periodista a la que entrevistan en un podcast. ¡Qué espabilada, qué inteligente, qué simpática! La busco en Twitter... ¡y me tiene bloqueado! No sé qué pasó ni cuándo, pero se centuplica mi admiración por ella. A las virtudes anteriores debo añadir el buen gusto. 

2. Declara en una entrevista la directora de cine Estibaliz Urresola: "Hay tantas formas de ser mujer como cuerpos se identifican como mujeres". De repente el feminismo más avanzado llega adonde llegó hace mucho la sabiduría popular: "¡Hay más mujeres que botellines!". 

3. El nuevo ministro de Economía, Carlos Cuerpo, usurpa el apellido que debería llevar en exclusiva (¡gloriosamente!) Pam (¡Pam Pam! ¡Pam!). Para mí la mujer del año, junto con Jenni Hermoso. Las campanadas de Nochevieja las seguiré con esta, lamentando que no esté también la otra. Ver a las dos juntas sería para mí como cuando una hermana Williams se enfrentaba a otra hermana Williams: eran partidos sin planos desmotivadores posibles, salvo cuando salía el árbitro de silla. 

4. Finalmente, el tan enojoso como pegadizo lema Que te vote Txapote se ha revelado falso. Con la entrega de la alcaldía de Pamplona a los proetarras gracias al PSOE, es Sánchez el que vota a Txapote. 

5. Enternecedor el líder de los socialistas vascos, de nombre Aldonza Lorenzo o algo así. Dice que los socialistas vascos no apoyarán al candidato proetarra como lehendakari y rubrica: "Mi garantía es mi palabra". No se ha enterado de que el pueblo español ya ha acuñado, de manera tan apresurada como certera (a base de experiencia exprés), otra de sus perlas infalibles: "Tiene menos palabra que un socialista". 

6. Como ocurrió con lo de "el galope de Gish", que el equipo de sincronizada (¡esta de José Ignacio Wert es la verdadera expresión del año!) se puso a repetir tras el primer debate electoral de Sánchez con Feijóo (sostenía que este, y no Sánchez, se había lanzado a una galopada de mentiras), ahora se ha puesto a emitir sincronizadamente la acusación de "clasista" contra la ya exalcaldesa de Pamplona por haber dicho que prefiere "fregar escaleras" a ser alcaldesa con los votos de los proetarras. La conclusión perfecta sobre el asunto es la de Miguel A. Idígoras: "Hay un periodismo que trabaja a destajo para convertir la anécdota en noticia y eludir así la verdadera noticia". 

7. Leo al enésimo izquierdista de familia rica clamando contra la meritocracia. ¿No hay ningún antimeritócrata pobre, ninguno al que su vidorra no le haya venido regalada? Al final va a tener razón Marx: el instinto de la clase alta se termina imponiendo, siempre con los mecanismos de la época (en la actual, el mecanismo es una cierta retórica de izquierdas) para obturar las vías de ascenso de la clase baja. 

8. Para Arcadi Espada, en su podcast con Yaiza Santos, la noticia del año es el encuentro de la vicepresidenta Díaz con el prófugo Puigdemont. Estaría de acuerdo si no hubiese para mí otra más importante: que el electorado español no eliminara electoralmente a un sujeto como Sánchez. Ejemplo de parte de ese electorado es Javier Cercas, que al menos, aunque tarde, ha reaccionado. No como el Pemán de Sánchez. O más: los Ceaucescu de Sánchez. 

9. En el ya excelso archivo de Vidas cruzadas de nuestro David Mejía, fue particularmente interesante la conversación con Ricardo Cayuela, inteligente y sosegado y con ese acento mexicano que casa bien con la reflexión. Me ha recordado a Octavio Paz, cuyo olvido lamenta Cayuela. Es verdad, habría que volver a Paz. Hace poco releí Pasión crítica: lo aconsejo para recomenzar. 

* * * 

30.12.23

Los mejores libros de 2023

En The Objective me pidieron mi lista de los diez mejores libros de 2023. Puse cinco de ficción (o narrativa) y cinco de no ficción. La amplío aquí hasta veinte. Van, sin distinción de género, en su orden de lectura:

Rituales. Un viaje por el hilo que nos une. Ignacio Jáuregui.
Entrevistas 1970-2011. Eugenio Trías (ed. F. Arroyo). 
Puro glamour. Aloma Rodríguez. 
El padre de tus hijos. Daniel Gascón. 
Vida de Arcadio. Arcadi Espada. 
Mi padre alemán. Ricardo Dudda. 
Gozo. Azahara Alonso. 
Perfil perdido. Guillermo Carnero. 
Los búlgaros. Gonzalo Núñez. 
De mis sombras, hijo. Diario de cabotaje (2016-2017). Rafael Maldonado. 
Universal concreto. Javier Gomá Lanzón. 
La banalidad del bien. Jorge Freire. 
Amores cinéfagos. Jordi Bernal. 
Ágora. Ana Luísa Amaral (tr. M. López-Vega). 
Brines. La vida secreta de los versos. Luis Antonio de Villena. 
Un brindis por San Martiriano. Albert Serra. 
Consumir preferentemente. Andrea Genovart.
Matar el nervio. Anna Pazos. 
Los genios. Jaime Bayly. 
Goethe. Vivir para ser inmortal. Helena Cortés.

29.12.23

Lecturas 2023

1. Todo el oro del día. Antología poética (1940-2001). Eugénio de Andrade (ed. Á. Campos Pámpano).
2. Diário da noite iluminada (1977-1985). Josué Montello. 
3. Diccionario de símbolos. Juan Eduardo Cirlot. 
4. Solo existe el presente. Alan Watts. 
5. "Los vientos". Mario Vargas Llosa. 
6. Equívocos Árboles Caligrafías Personas. David Delfín. 
7. La hora del lobo. José Mateos. 
8. Ars moriendi. Michel Onfray. 
9. Antología de Spoon River. Edgar Lee Masters (trs. S. Haug y J. D. Curbelo). 
10. Vita nova. Louise Glück (tr. A. Catalán). 
11. Entrevistas 1970-2011. Eugenio Trías (ed. F. Arroyo). 
12. Puro glamour. Aloma Rodríguez. 
13. Pedagogía. Joaquín Campos. 
14. Piedra de sol. Octavio Paz. 
15. Eldorado. Fernando Sánchez Dragó. 
16. La palabra ambigua. David Jiménez Torres. 
17. No todo el mundo. Marta Jiménez Serrano. 
18. Tu sonrisa sin temblar. Víctor Colden. 
19. Sonata para un pretendiente. Rafael García Maldonado. 
20. Éramos otros. Andrés Trapiello. 
21. Astérix le Gaulois. Goscinny y Uderzo. 
22. Astérix et la serpe d'or. Goscinny y Uderzo. 
23. Tú y yo, 'sehnsucht' (catálogo). Miguel Gómez Losada. 
24. Hiroshima. Testimonios de los últimos supervivientes. Agustín Rivera. 
25. Vida y obra de Gabriel Maceli Campalans. Javier Padilla Moreno-Torres. 
26. La edad ligera. Marta Jiménez Serrano. 
27. Lograr el amor es alcanzar a los muertos. Álvaro Petit Zarzalejos. 
28. El padre de tus hijos. Daniel Gascón. 
29. Vida de Arcadio. Arcadi Espada. 
30. Días simétricos. Bob Pop. 
31. Así en la tierra como en el infierno. Thomas Bernhard. 
32. In hora mortis. Thomas Bernhard. 
33. Bajo el hierro de la luna. Thomas Bernhard. 
34. Los locos Los reclusos. Thomas Bernhard. 
35. Ave Virgilio. Thomas Bernhard. 
36. Thomas Bernhard, une vie. Hans Höller. 
37. Thomas Bernhard. Una biografía. Miguel Sáenz. 
38. Thomas Bernhard et ses compagnons de vie. Les archives. Martin Huber, Manfred Mittermayer y Peter Karlhuber. 
39. Cómo no he escrito ninguno de mis libros. Aurélie Noury. 
40. Thomas Bernhard et les siens. Gemma Salem. 
41. Thomas Bernhard. The making of an Austrian. Gitta Honegger. 
42. En las alturas. Thomas Bernhard. 
43. Tres días. Thomas Bernhard. 
44. El italiano. Thomas Bernhard. 
45. Los comebarato. Thomas Bernhard. 
46. Arquitectura y enfermedad en la obra de Thomas Bernhard. Juan Antonio Espinosa. 
47. Extinción. Thomas Bernhard. 
48. Thomas Bernhard. Une vie sans femmes. Pierre de Bonneville. 
49. Thomas Bernhard, le briseur de silence. Chantal Thomas. 
50. En busca de la verdad. Thomas Bernhard. 
51. . Thomas Bernhard. 
52. Hormigón. Thomas Bernhard. 
53. El sobrino de Wittgenstein. Thomas Bernhard. 
54. El malogrado. Thomas Bernhard. 
55. Poesía reunida. Ida Vitale. 
56. El Kulterer. Thomas Bernhard. 
57. Acontecimientos y relatos. Thomas Bernhard. 
58. El imitador de voces. Thomas Bernhard. 
59. El carpintero y otros relatos. Thomas Bernhard. 
60. "Montaigne. Un relato". Thomas Bernhard. 
61. "Reencuentro". Thomas Bernhard. 
62. "Ardía. Relato de viaje para un amigo de otro tiempo". Thomas Bernhard. 
63. Ungenach. Thomas Bernhard. 
64. Watten. Thomas Bernhard. 
65. Amras. Thomas Bernhard. 
66. Andar. Thomas Bernhard. 
67. Mis premios. Thomas Berhnard. 
68. La Calera. Thomas Bernhard. 
69. No te veré morir. Antonio Muñoz Molina. 
70. ¿Le gusta ser malvado? Thomas Bernhard y Peter Hamm. 
71. Tinieblas. Thomas Bernhard (ed. C. Porcell). 
72. A companion to the works of Thomas Bernhard (ed. M. Konzett). 
73. Poesía completa. Ingeborg Bachmann (ed. C. Dreymüller). 
74. Mirafiori. Manuel Jabois. 
75. Vilnis. Bárbara Mingo. 
76. Thomas Bernhard. Un encuentro. Thomas Bernhard y Krista Fleischmann. 
77. Conversaciones con Thomas Bernhard. Kurt Hofmann. 
78. Donde los pájaros vienen a morir. Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan. 
79. Mi padre alemán. Ricardo Dudda. 
80. "La Dulcinea de Marcel Duchamp". Octavio Paz. 
81. Fragmentos de un discurso amoroso. Roland Barthes. 
82. Viaje por mar con Don Quijote. Thomas Mann. 
83. Gozo. Azahara Alonso. 
84. Mañana me voy. Víctor Colden. 
85. Perfil perdido. Guillermo Carnero. 
86. Corrección. Thomas Bernhard. 
87. Los búlgaros. Gonzalo Núñez. 
88. Pasión crítica. Octavio Paz. 
89. De mis sombras, hijo. Diario de cabotaje (2016-2017). Rafael Maldonado. 
90. Universal concreto. Javier Gomá Lanzón. 
91. La banalidad del bien. Jorge Freire. 
92. Amores cinéfagos. Jordi Bernal. 
93. Dicho esto. Hughes. 
94. Todos los hombres tristes llevan abrigos largos. Rebeca Argudo. 
95. Azada de jardín (Diario). José Ángel Cilleruelo. 
96. Ágora. Ana Luísa Amaral (tr. M. López-Vega). 
97. El prisionero del Cáucaso. Aleksandr Pushkin. 
98. Ya estoy escrito. José F. Peláez. 
99. Brines. La vida secreta de los versos. Luis Antonio de Villena. 
100. Un brindis por San Martiriano. Albert Serra. 
101. Unos meses de mi vida. Octubre 2022-marzo 2023. Michel Houellebecq. 
102. Consumir preferentemente. Andrea Genovart. 
103. Confesiones de un opiófilo. Diario póstumo (1992-2020). Antonio Escohotado. 
104. Le dedico mi silencio. Mario Vargas Llosa. 
105. Ese otro dilema. Juan Ignacio Díaz Leiva. 
 106. Matar el nervio. Anna Pazos. 
107. Contra los franceses. Libelo. Manuel Arroyo-Stephens. 
108. Los genios. Jaime Bayly. 
109. La verdad sobre el amor. José María Conget. 
110. Goethe. Vivir para ser inmortal. Helena Cortés.

24.12.23

Peronismo con Telefónica, cantautores hitlerianos y misceláneos de 'El País'

[Montanoscopia] 

1. "¿Qué implicaciones tiene lo de Telefónica?", le pregunto a una amiga que entiende. Su respuesta es tajante: "Peronismo". 

2. De la celebración tan menesterosa del Día de la Constitución en el Congreso se me pasó comentar la hórrida selección musical: "Aquellas pequeñas cosas" (¡"Aquellas pequeñas cosas"!) y "Al alba" (¡"Al alba"!). ¡Joan Manuel Serrat y Luis Eduardo Aute, perennes condenas del público español! En ellos el franquismo estuvo (está) atado y bien atado, con su sensibilidad gallinácea y sus reivindicaciones ramplonas. Nada que ver con el único momento real de ruptura con el franquismo que hubo en España, reflejado, por ejemplo, en estas dos canciones en las que anida el espíritu de la Transición, en el que la libertad se ejercía mediante el libertinaje: "Dios salve al lehendakari" o "Ayatola, no me toques la pirola". Derribos Arias y Siniestro Total: ¡demasiado para Armengol! 

3. El lastre para la vida cívica que han supuesto siempre nuestros cantautores, con su ingenuismo rousseauniano y su remisión a sustratos mágicos e inmanejables que hubiera firmado (con perdón) Hitler. Así Serrat, que ha soltado esta perla: "Para que el mundo funcione mejor es necesaria una justicia, pero no la de los jueces, sino la de los hombres, la de la sanidad, la de la educación, la del trabajo y la de la vida." "El buen hombre", le comento a mi amigo Toscano, "quiere devolvernos a la época de El hombre que mató a Liberty Valance. ¡Y sin el hombre que lo mató!" A lo que replica Toscano: "Con tal de que Liberty Valance diga que es del PSC a él le vale". 

4. Me río también con Toscano de los misceláneos de El País, la amplitud temática que despliegan, amenísima, para no hablar de lo que deberían hablar. Toscano: "Son los nuevos autores renacentistas. Nada humano les es ajeno, salvo las fechorías de Sánchez". 

5. El País ha sido beneficioso para algunos (pocos) articulistas impetuosos que, al ser embridados, ganaban en brillo y tensión. Pero para casi todos es un periódico letal. Los condena, cuando no al servilismo, a las ya mencionadas misceláneas inanes o a las componendas tristes. 

6. El País, con todo, mantiene como ningún otro periódico voces discordantes con su línea editorial. Esto es admirable. Pero claro, si no lo hiciera se vería condenado a no tener páginas en que residiese algo de verdad. 

7. Mario Vargas Llosa se ha despedido de su colaboración en El País y del articulismo. Con Le dedico mi silencio, su última novela (la he leído esta semana: menor, crepuscular, bellísima) se despidió también de la novela. Le falta despedirse del ensayismo con el prometido ensayo sobre Sartre. Es un repliegue ejemplar, goethiano. Qué grande ha sido siempre Vargas Llosa. Sus pasos, sus cambios, han sido todos explicados racionalmente: ese intento ilustrado es heroico en el ámbito hispánico, no solo en su Latinoamérica telúrica (cuya izquierda ha mantenido también una relación telúrica, inexplicada, con el marxismo), sino igualmente en España, tierra de devotos también de izquierdas. 

8. El patanismo de Ortega Smith y sus hooligans voxistas, que lo aplauden todavía más cuando se desata, como con su impresentable conducta en el Ayuntamiento de Madrid, y las preocupantes medidas de Ayuso partidistas, sectarias y contrarias a la transparencia: la política suele ser una danza a dos, y entre las causas de que ahora gobierne la izquierda no se puede dejar de contar la falta de pulcritud de la derecha. 

9. En las cenas de Nochebuena se verá esta noche el verdadero estado de la nación: en lo que se hable, se discuta y se calle. Feliz Navidad. 

* * * 

21.12.23

Despenalizar y penalizar

Sumar se ha erigido, aún más que el PSOE, en el partido acomodador de quienes quieren irse totalmente de España, como los nacionalistas e independentistas (un pleonasmo ya), o solo de la España del "régimen del 78", como Podemos o Sumar mismo. Con el apoyo del PSOE en casi todo, salvo en algunos detalles (detalles que el PSOE no mantiene ya por ideología, sino únicamente para no sumarse a Sumar: ¡han de ser, aconseja el marketing, marcas diferenciadas!), Sumar intenta que los socios del Gobierno se sientan cómodos. Hay que priorizar la comodidad de los poco acomodaticios, efectuando en la legislación los cortes y estiramientos necesarios para que se les ajuste como un traje a medida, sin violentar su idiosincrasia.

Se les despenalizó la malversación con fines políticos para que puedan malversar cómodamente. También se despenalizó el delito de sedición, para que puedan ser sediciosos sin despeinarse. A los golpistas posmodernos se les va a amnistiar, para que los siguientes golpes posmodernos puedan darlos sin levantarse siquiera de la cama (ni tener que huir en incómodos maleteros). El código penal es tan detallista con los delincuentes, que funciona como un sofá adaptado a sus cuerpos. Por eso ahora, para facilitar aún más la comodidad de los potenciales, se propone despenalizar las injurias a la Corona y el enaltecimiento del terrorismo. Todas estas despenalizaciones son como retratos robots preventivos de sus (presuntos) beneficiarios: casi dictan sus conductas, pasadas y futuras.

Pero me parece que se quedan cortas. Nuestros delincuentes vocacionales con coartada política son como la delicada princesa del cuento a la que el bultito de un guisante debajo de siete colchones le impide dormir. El Gobierno debe mimarlos aún más, por eso propongo otras cuantas cosas que despenalizar y penalizar (imprescindible esto último, porque ellos no solo se sienten incómodos si son castigados, sino también si a su vez no castigan). Así pues, hay que:

Despenalizar el uso discrecional del dinero público no ya con fines políticos, sino con cualquier fin, siempre y cuando los ejecutores y/o beneficiarios sean socios del Gobierno. 

Penalizar toda acción de los jueces contra políticos y partidos políticos socios del Gobierno. 

Despenalizar el acoso a los niños y las familias no independentistas. 

Penalizar la lucha por la igualdad en regiones españolas gobernadas por nacionalistas. 

Despenalizar los ataques a tenderetes antiindependentistas. Penalizar los tenderetes antiindependentistas. 

Despenalizar los (¡delictivos!) artículos de Xavier Vidal-Folch, Enric Juliana, Pedro Vallín, Antonio Maestre, Jordi Évole, Íñigo Sáenz de Ugarte, Idafe Sentínez, Billy Andares, Máriam Martínez-Bascuñán, Pilar Rahola, Josep Ramoneda, Cristina Fallarás, Jordi Amat, Jordi Gracia, Rosa María Artal, Javier Pérez Royo, Esther Palomera, Elvira Lindo, Elisa Beni, Azahara Palomeque o Antón Losada.

Penalizar los artículos de Ignacio Vidal-Folch, Fernando Savater, Félix de Azúa, Félix Ovejero, Arcadi Espada, Rosa Belmonte, Emilia Landaluce, Cristina Casabón, Rebeca Argudo, Guadalupe Sánchez, Rafa Latorre, Jorge Bustos, David Jiménez Torres, Antonio Caño, Maite Rico, Francesc de Carreras, Andreu Jaume, David Mejía, Ricardo Dudda, Daniel Gascón o José Antonio Montano. 

Despenalizar las ofensas al Rey. 

Penalizar las ofensas a Sánchez. 

Despenalizar, en suma, todas las penas del código penal que cometan los socios del Gobierno. 

Penalizar, en suma, a todos los no socios del Gobierno que cometan las penas del código penal, incluidas las despenalizadas para los socios del Gobierno. 

Y, por supuesto (es el fleco que queda), despenalizar los tiros en la nuca. (No disponer de esa posibilidad, siquiera mentalmente, es para Bildu y Cía tener un guisante debajo de siete colchones.) 

Gracias a estas medidas, tal vez quieran quedarse en España los que se quieren ir. A costa de que nos queramos ir todos los demás. 

* * * 

17.12.23

Sánchez por el mundo, suspiros de Von der Leyen y Vox como piedra angular

[Montanoscopia] 

1. Contaba Elios Mendieta en Málaga esta semana, en la presentación de su libro Memoria y Guerra Civil en la obra de Jorge Semprún, que este autor, cuando aún no había abjurado de su fe comunista, era uno de los beneficiarios de las vacaciones en Crimea con que la Unión Soviética premiaba a sus adeptos. Es también célebre el dispendioso anfitrionaje del rumano Ceaucescu a dirigentes comunistas extranjeros para que disfrutaran de los placeres de su dictadura. Los dirigentes comunistas, entre ellos nuestro Carrillo, salían encantados. Salvando las distancias (que, todo sea dicho, se van estrechando), Pedro Sánchez se lo hizo pasar tan bien a Ursula von der Leyen en su visita de octubre a España que el balance de la presidenta de la Comisión Europea sobre la presidencia española de turno de la Unión Europea, ejercida por Sánchez, es lo feliz que fue en las Colecciones Reales, en la Alhambra y comiendo jamón abanicada por las plumas de pavo real de nuestro presidente. "Me quita el aliento", concluyó en una frase fácilmente descontextualizable. 

2. Por su parte, su adorado Sánchez le mentaba el III Reich a otro alemán, Manfred Weber, en un alarde de patanismo como los que acostumbra en España. Ver a Sánchez intentando convertir el Parlamento Europeo en un parlamento basura como ya ha logrado hacer con el español, me ha recordado aquella película con la que soñó Billy Wilder pero que finalmente no pudo llevar a cabo. Aunque en realidad da igual, porque con su título bastaba: Los hermanos Marx en la ONU. Una equivalente podría ser Sánchez por el mundo. Nuestro héroe, después de haberlo demostrado todo en España, decide salir al extranjero para demostrarlo también. 

3. No se dice lo suficiente, aunque algunos sí lo han dicho: el gran plagio del plagiador Sánchez es el de la política de Pablo Iglesias. Este le indicó cómo llegar al poder y cómo mantenerlo: ejerciendo despiadadamente, sin complejos, hasta el final, la dialéctica amigo/enemigo. Y si entre los tuyos, entre tus amigos, está lo peor del Parlamento, mejor que mejor. A Iglesias le sobraban bisoñez e infulillas de profesor universitario, que se traiciona por querer explicarlo todo. Y no le acompañaba el físico. Todo esto lo acoge y supera Pedro Sánchez, el Pablo Iglesias perfecto. 

4. Lo último del PSOE (o lo penúltimo: con el PSOE ya siempre es lo penúltimo) es haberle entregado la alcaldía de Pamplona a los proetarras. Hay que reformular el viejo dicho de Arzalluz para que quede así: Bildu golpeó el árbol (del PSOE) y Bildu (gracias al PSOE) recoge las nueces. 

5. Y mientras tanto Vox con sus voxadas brindándole todo tipo de coartadas a Sánchez. Vox, hay que repetirlo una vez más, es la piedra angular del sanchismo: si ella, el edificio sanchista se desmoronaría. Es cierto que al PSOE nunca le ha temblado el pulso a la hora de acusar de fachas a los demás. A UPyD, Ciudadanos y por supuesto al PP se lo llamaba. Pero una cosa es decirlo en falso (algo que el electorado captaba) y otra decirlo de verdad. Vox le proporciona al PSOE el gustazo de decirlo por fin de verdad. Aunque el PSOE sigue metiendo en la batidora a los otros, mezclando verdad con mentira y en consecuencia falseando siempre. 

6. Tampoco se han enterado los voxistas de que la batalla es puramente formal: por las formalidades democráticas. Pero ellos se ponen a verter contenidos espurios (¡religión, nacionalismo, guerra cultural!), echándolo a perder todo. Son como aquellos anarquistas que aprovechaban la Guerra Civil para hacer la revolución. Después solo podía venir la derrota. 

* * * 

15.12.23

Sánchez, más fantasma que su escritora fantasma

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:58:04

Buenas noches. Lo siento, pero yo también voy a hablar del libro de Sánchez. Me parece un acontecimiento literario de primer orden. Las bromas que se han hecho sobre Tierra firme son, si nos paramos a pensarlo, las que se han hecho sobre las grandes obras rupturistas de la literatura, que al principio causan estupor pero luego se convierten en clásicas. Gracias a la carrera literaria de Sánchez, que comenzó con Manual de resistencia, puede que un día se olvide que fue presidente del Gobierno, pero no se olvidará su papel en la historia de la literatura, en la que habrá un antes y un después de Sánchez. Retomando el espíritu de las vanguardias, ha cuestionado el concepto de autoría, desenmascarando ese artificio burgués. Sánchez presenta un libro en primera persona que ha escrito otra persona, de la que se ofrece su identidad: Irene Lozano, a la que Sánchez tiene colocada en Casa Árabe, en sutil guiño al Cide Hamete Benengeli del Quijote, con el que ya Cervantes jugaba con la autoría. Como ven, Sánchez se compara con los grandes: logra ser más fantasma que su escritora fantasma. Pero esto es innovador, porque Sánchez clausura la era del sujeto atribulado, escindido, de la modernidad. Con él reaparece el sólido yo del Renacimiento, un yo previo a Descartes, sin dudas metódicas ni de ningún tipo, un yo que es todo acierto, sin errores. Su manera de escribir, además, le ahorra el miedo a la página en blanco, que recae en Irene Lozano, como todas las demás servidumbres artesanales de la escritura. Sánchez libera así a los vapuleados escritores, que aprenden de Sánchez la lección de que no necesitan escribir sus libros. Ni leerlos. Para emular al autor, tampoco yo he leído Tierra firme. Lo que no me impide resaltar sus genialidades.

14.12.23

Parlamento basura

Es sabido que el bachillerato marca la cultura media de un país. En ausencia de bachillerato (ausencia por desmantelamiento), lo que marca el nivel es la televisión basura.

Durante años he tenido la insidiosa sensación de que las mismas masas que se entregaban al prime time televisivo (por eso era prime time) eran las que decidían, y con el mismo criterio o el mismo gusto, quién nos gobernaba y quiénes ocupaban los escaños del Parlamento. Fauna esta que los demócratas aceptábamos democráticamente, pero sin sentirnos obligados a aplaudir.

Me imagino que por simpatía entre los dos niveles (¿no se llamaba ósmosis, según recuerdo de mi ya lejano bachillerato?) el Parlamento se ha convertido en el principal programa de la televisión basura de este país.

Qué mal rato cada vez que hay una sesión. Qué amargura. Ahora, supongo, sí que nos representan. Es para echarse a temblar. Como con la televisión basura, evito verlo. Y, como con la televisión basura, me llegan en cualquier caso sus pegotes de porquería: en minivídeos, en titulares, en comentarios. Los grandes momentos infames.

Los cronistas parlamentarios son indispensables. Ellos se lo tienen que tragar entero. También los analistas políticos. Yo estoy en otra cosa (me lo puedo permitir gracias a que existen ellos): en comentar, en pensar y relacionar algunos aspectos, en hacerme cargo de estados de ánimo. ¡En expresarme! Solo soy (lo digo siempre) un lector de prensa que escribe en prensa. Sufro el bofetón de las noticias como cualquier lector. Aunque puedo responder un poco con palabras. De manera inútil, testimonial.

El Parlamento es un ámbito más de los degradados por Sánchez, el presidente degradante. Lo que hay ahí metido no tiene nombre. También (sobre todo) en el PSOE. Curiosamente, las audiencias no acompañan. Hasta los espectadores de la televisión basura huyen de nuestro primer programa de la televisión basura.

En la legislatura anterior ya era insoportable. En esta recién empezada, presidida por Armengol, la insoportabilidad se aplasta sobre la insoportabilidad. Verlo es no respetarse a uno mismo, como no se respetan los parlamentarios: ni a los otros ni a sí mismos igualmente. El Congreso es lo contrario a una cámara respetable.

La Constitución española, cuyo cuarenta y cinco aniversario se cumplió (iba a decir celebramos) la semana pasada, tiene una virtud: es la Constitución de un país democrático. Es lo que hay en democracia, y no hay otra cosa digna de ese nombre (y si lo hubiera con otro nombre, tendría que ser muy parecida). Por eso los que la eluden, tergiversan, traicionan o combaten están condenados a la aberración.

Como es una Constitución naturalmente de todos, solo se puede estar fuera de un modo particularista y aberrante: de un modo, por recurrir a los griegos, idiota. De ahí los numeritos, la corrupción moral, los discursos tramposos y bajunos, las sartas de amenazas, las risotadas del poder... Es una anormalidad condenada a serlo por cuanto que la normalidad es el Estado de derecho, la democracia.

Si no entra (en la mollera y en las tripas) que la amnistía es inconstitucional, que es una vileza negociarla con el delincuente prófugo de la Justicia (¡democrática!) que se va a beneficiar de esa amnistía, en una transacción cuyo otro beneficiario es el que va a salir presidente, es que no hay nada que hacer. Es una de esas ocasiones en que lo único que se puede decir es: "Si tengo que explicártelo, es que no vas a comprenderlo". Y más cuando no hay la menor voluntad de comprensión, sino solo cinismo.

Como demócrata, no considero que haya ninguna solución extraparlamentaria. Por lo tanto, no hay solución.

* * * 

10.12.23

Los buenos datos de PISA, la ministra bruja y el presidente que sale de la tarta

[Montanoscopia] 

1. Excelentes los datos sobre la educación en España. No para el país, sino para los políticos. España está peor que nunca en educación desde que se publica el informe PISA, lo que le viene de miedo a la peor generación de políticos de la historia de España. Con exquisita precisión, los peores resultados de entre los peores son los de las dos regiones con los políticos más embrutecidos: Cataluña y el País Vasco. Miel sobre hojuelas. Un electorado educativamente disminuido (o discapacitado) es el abono que los políticos españoles, dado su nivel, necesitan para poder prosperar. Un electorado que no entienda mucho y los mantenga. Un electorado que no les exija (que no sepa exigirles), porque si les exigiera tendrían que irse todos los políticos a su casa. Sé que parezco en taxista con mis dicterios, pero es que nuestra realidad política (y educativa) se ha acomodado a la que se dicta en los taxis. 

2. Cómo se inclinaba la ministra Montero, con qué ternura maternal, cuando el niño leía su artículo de la Constitución en la celebración del 6 de diciembre en el Congreso. La ministra que está lastrando el país en el que crecerá ese niño, cuyo futuro será peor por esa ministra (y las y los que son como ella). El inocente niño leía, con una dicción sintáctica que jamás alcanzará la ministra, y la ministra se inclinaba sonriente, casi contorsionándose maternalmente, tiernísima como la bruja de la casita de chocolate. 

3. Lo que podía pasar antes por debate intelectual, discusión política o incluso conversación pública ya solo aparece como lucha de poder; lucha descarnada, maquiavélica, sucia. Siempre fue un poco así, pero no tan así. Quedaba margen para las palabras, o para hacerse la ilusión de que valían para algo. Pero cuando ha surgido y prosperado alguien sin límites como Sánchez y los suyos le han seguido en todo y el electorado no lo ha expulsado de la vida pública, esa ficción se desvaneció. Estamos ya en otra cosa, no en el terreno de las palabras y las argumentaciones. Aunque los marginales como yo, que no estamos en la lucha por el poder, seguimos dándole (¡qué remedio!) a las inútiles palabras. Ya solo para los lectores del futuro; para que no piensen que todos fuimos tontos, cómplices o bellacos. 

4. Estoy seguro de que el catedrático y crítico Jordi Gracia, que escribió en Babelia una descacharrante reseña de la novela de Sonsoles Ónega, ganadora del último premio Planeta (Aloma Rodríguez escribió en Letras Libres unas brillantes reflexiones al respecto), se ocupará con no menos descacharre del nuevo libro firmado por el presidente Sánchez y escrito por Irene Lozano (esta hace la tarta y Sánchez es el hombre que sale de esa tarta). Por ahí ya anda todo el mundo descacharrándose con el libro. Menos los sanchistas, claro. ¡Espero que no sea este el caso del debelador de literaturas ridículas Jordi Gracia! ¡Queremos su descacharrante reseña! 

5. Se terminó la serie Cuéntame y para mí es otro motivo de melancolía. No por la serie en sí, de la que vi muy pocos capítulos, sino por un recuerdo de mi época de guionista. A finales de 2001 estábamos preparando otra serie y el productor quería que la dirigiera el que entonces dirigía Cuéntame, que llevaba emitiéndose unas semanas. "Esperaremos a que se estrellen y lo fichamos", dijo. Nos estrellamos nosotros, incluso antes de partir: nuestra serie ni llegó a rodarse. Cuéntame ha seguido todos estos años, mientras nos íbamos dedicando a otras cosas alejadas de nuestra juventud. 413 episodios. Al menos se nos acabó su recordatorio semanal. 

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7.12.23

En el ojo del puente

El 7 de diciembre es el mejor día del puente de la Constitución-Inmaculada. Entre los dos pilares sólidos de los festivos, este ojo por el que corre un riachuelo de vida laboral. Es imprescindible que no todo el mundo descanse este día: así los que descansamos podemos saborear más nuestro privilegio. Los festivos están bien, pero no se libran de su aire de domingo, como de oquedad dispuesta. En cambio, no trabajar cuando otros sí lo hacen y la ciudad está en marcha es un placer de rentistas. Los rentistas son los aristócratas económicos, los príncipes del tiempo.

Me he venido a la costa otra vez, a mi torre prestada de Montaigne, en el que se me sirve el desayuno en la bandeja del Mediterráneo: azul unas mañanas, grisácea o verduzca otras. Pero el apartamento debe dejarlo pronto quien me lo presta y me quedan apenas este puente y las vacaciones de Navidad; como mucho también, aunque es improbable, las de Semana Santa. Y se acabó. El primer verano aquí fue el de 2016. Desde entonces he venido en vacaciones y días libres, en puentes como el de ahora, algunos fines de semana... Muchos piensan que vivo aquí, porque del sitio en el que vivo no pongo fotos (no las merece). Han sido años buenos, alguno muy bueno, y años malos: todos con el mar delante en mi torreón. El mar es la alegría de los días buenos y un bálsamo para los malos: ese horizonte que parece que lleva más allá de la vida, y el descanso de su extensa superficie irisada. Siempre con su extraña promesa, aunque sea de desaparición.

La vida va cuesta abajo y es un incordio que el país también. Uno esperaba que su propia decadencia tuviese al menos el contrapunto de un país presentable, en el que no pensar; que el propio hundimiento fuera el de una simple pieza que se desprende, no una gota más en el chaparrón generalizado. Ni esta singularidad nos dejan. Soy uno de tantos ladrillitos en la caída de la casa Usher. Aunque al menos no soy uno de los que han estado dándole con la maza incluso cuando ya se despeñaban... Estos cabrones no nos han dejado a solas con la música y la metafísica, con los perfumes, la poesía y el whisky ante el abismo del tiempo: nos han escupido la historia y la política.

La Constitución era la calma histórica y política española; es decir, lo que se mantenía estable, con cierta solidez, cuando lo demás se agitaba. Era la referencia cierta, o al menos plausible, por detrás de los discursos. Tal vez porque aún se tenía conciencia de lo que había sido nuestro pasado, y el pasado del mundo en general. Eso se terminó. El pasado vuelve a estar presente. Han regresado a la escena los fantoches de otras décadas, de otros siglos. Con un aprendizaje que los hacen más dañinos: la demolición ha de ser interior, manteniendo las apariencias. Los nuevos espadones proceden al vaciado del edificio, a su desvirtuación, mientras sueltan infatuadas proclamas en defensa de lo que atacan.

En el ojo del puente me encuentro con la palabra "puente" en un poema, en una canción. Es un poema de Mário de Sá-Carneiro, el amigo suicida de Fernando Pessoa, al que le puso música Adriana Calcanhotto: "Eu não sou eu nem sou o outro, / Sou qualquer coisa de intermédio: / Pilar da ponte de tédio / que vai de mim para o Outro". [Yo no soy yo ni soy el otro, / soy algo intermedio: / pilar del puente de tedio / que va de mí al Otro]. 

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3.12.23

Decepción con Muñoz Molina, la Maruchi Armengol y un cantautor en el Congreso

[Montanoscopia] 

1. Algo insidioso de la edad: cada vez te crees a menos gente. Predominan los aspectos teatrales. Todo es más llevadero, pero también menos satisfactorio. 

2. Una derivación de lo anterior tiene que ver con los escritores. Los hay mejores y peores y, como en todos los campos, abundan los mediocres. Pero aquellos a los que no te crees no necesariamente están entre estos. Pueden ser más o menos buenos, a veces muy buenos; solo que te importan un pimiento. Te da igual lo que digan o tengan que decir sobre la vida y su visión del mundo. Te da igual cómo escriben. La literatura no basta. 

3. La decepción de estos años ha sido Antonio Muñoz Molina. Los autores no tienen por qué estar pendientes de sus lectores, y les conviene zafarse de la presión (en ocasiones chantajista) que estos puedan ejercer. Pero aquí hablo solo de mi lado, sin pretender coaccionar. Es una decepción, por otra parte, de la que algunos amigos se burlan: ellos nunca se llegaron a ilusionar; ni, por emplear la expresión de las entradas anteriores, se lo llegaron a creer. Me he pasado la vida defendiendo a Muñoz Molina contra un fondo de risitas de suficiencia. Llegué a escribir un artículo melancólico sobre su suerte: sobre cómo le zurraban desde todas las posiciones ideológicas, desde la izquierda, la derecha y el centro; sobre cómo todos encontraban algo por lo que zurrarle. Ahora yo estoy entre ellos, lo que incrementa mi melancolía. Mi reproche es que ha construido una voz moral, que yo respetaba, en la que me he educado, y ahora la utiliza inmoralmente. El efecto es desolador. No se puede ser dueño de una voz moral y apoyar a Sánchez. No se puede ser un referente de la democracia y consentir la destrucción del Estado de derecho. Durante los ásperos años noventa, Muñoz Molina era uno de los pocos que tenían un discurso inequívoco en favor de las formalidades democráticas y, en consecuencia, en contra de quienes las atacaban o mermaban. Incluida cierta izquierda y, sobre todo, los nacionalistas. Además de en sus artículos, era un alivio cuando aparecía en algún informativo matinal de radio o de televisión sosteniendo su postura. Entonces, sin las redes sociales, estábamos más solos. Los cómplices eran joyas. Sus consideraciones nos articulaban y nos sacaban del aislamiento a los que, como bichos raros, estábamos en la izquierda ilustrada y el patriotismo constitucional. Todavía me quedo cuando me encuentro alguna entrevista o conferencia de Muñoz Molina por YouTube. Su tono sigue siendo sereno, civilizatorio. Ejemplar, realmente. Pero por eso es más obsceno que esté defendiendo lo que está defendiendo. Tanto cuando calla (prefiere ocuparse de la isla de Tuvalu o la feria del libro de Guadalajara, en artículos que, por supuesto, no pierden calidad) como cuando se decide a hablar: con una trampa y un sectarismo que me trastornan. Su voz moral al servicio de un tipo como Sánchez. 

4. Llama la atención ese argumento último del PSOE: que sin Puigdemont no podrían gobernar. Mucho citar a Antonio Machado y se olvidan del mejor: "Despacito y buena letra: / El hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas". 

5. Armengol es la Maruchi, la vecina con la que íbamos a la playa de niños. Por eso no puede caerme mal Armengol. Ahora bien, qué bochorno ver a la Maruchi de presidenta del Congreso de los Diputados... 

6. Pincho en un vídeo chocante: un cantautor con su guitarra (inevitablemente posconciliar) tocando en el Congreso. Es un tal Mikel Izal. Fue menos lesivo Tejero. Y hubo más música en sus disparos. 

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26.11.23

Milei, Napoleón, la guerra en Málaga y el inglés de Sánchez

[Montanoscopia] 

1. Desesperación de Argentina: para luchar contra el peronismo solo podía recurrir a un peronista del antiperonismo. Arias Maldonado ha dado la mejor definición del nuevo presidente Milei: "el peronista definitivo". 

2. No me apetece Napoleón ahora. Me llega en un mal momento histórico. Así que pasaré de la película de Ridley Scott. Su anuncio, sin embargo, me ha recordado dos emociones napoleónicas de mi vida. La primera, cuando entendí lo que significaba su figura para los protagonistas de Stendhal: la posibilidad del individuo triunfante tras el fin del Antiguo Régimen. La segunda, cuando asistí, aquella vez sí, al Napoleón de Abel Gance, la sesión más prolongada de felicidad cinematográfica de mi vida. Fue a mis veinte años en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Mi amigo Jurdao y yo nos aprestábamos a pasar el montonazo de horas siguientes (creo que eran seis, sin descanso) como maratonianos de la butaca. La película empezó y para mí se paró el tiempo. A mi lado, Jurdao se puso a hacer al rato impacientes contorsiones; hasta que se tumbó en el suelo en el estrecho espacio entre las filas horizontales y se quedó dormido. Ni siquiera eso me distrajo. Había pasado no sé cuánto cuando yo, instalado en la felicidad con las imágenes mudas de Abel Gance y la música de Carmine Coppola, no me podía creer que aún quedase tanto de la vida de Napoleón, hasta Waterloo y Santa Elena, y que por eso me quedase tanta felicidad. Pensaba que la película abarcaba toda la biografía. Pero se terminó enseguida, en la campaña de Italia. ¡Ni siquiera cubría la de Egipto! Mi felicidad, en cualquier caso, no se extinguió. La llevaba conmigo mientras Jurdao se desperezaba. Nunca una película (¡el propio Gance hacía de Saint-Just y Artaud de Marat!) se me ha hecho más corta. 

3. Sí he visto Caleta Palace, la película documental de José Antonio Hergueta sobre el comienzo de la guerra civil en Málaga. Se subtitula Revolución y tragedia en la ciudad del paraíso porque en Málaga se hizo la revolución durante los primeros meses de la guerra, con los consiguientes crímenes, hasta que cayó en manos de los fascistas en febrero de 1937, con la otra tanda de crímenes y lo que vino después. Y por la tragedia del contraste entre los desastres de la historia y la luz mediterránea, tan bien reflejada en la película. Esta está construida con imágenes documentales, imágenes actuales (delicadamente insertadas en el pasado), elegantes maquetas y actores que representan y narran algunos momentos, y reflexionan sobre su experiencia. Aparecen sir Peter Chalmers Mitchell, alias Sopita (interpretado por Miguel Rellán), Arthur Koestler, Mercedes Formica, Luis Bolín, Gerald Brenan o, mi favorita, Gamel Woolsey (interpretada por Nadia de Santiago). Se me quedó una frase terrible que se repite, sobre las guerras civiles: "Dichosos los que mueren primero". 

4. A propósito de la crisis con Israel provocada por Pedro Sánchez, quien ha recibido la felicitación de la organización terrorista Hamás, tuitea Daniel Gascón: "Qué suerte tener un presidente que habla inglés y da buena imagen internacional". Y Yaiza Santos destaca este tuit de Nogaret: "Para esto sirve tener un presidente que hable inglés. Para montar un cisco diplomático". Hace tiempo que venía pensando en eso: en cómo la desenvoltura de Sánchez con ese idioma, por el modo en que los suyos lo jalean intimidatoriamemte y por el hecho de que él mismo lo usa, como lo usa todo, para disfrazar su nada, embaucar y seguir mintiendo, no es la salida, sino la culminación de la perenne relación patológica de los españoles con el inglés. 

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24.11.23

Antonio Machado en el Parlamento

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:43:44
 
Buenas noches. En la pasada sesión de investidura volvió un viejo amigo al Parlamento español: Antonio Machado. Pero abaratado y malcitado, no como en los tiempos de Alfonso Guerra. Aquellos tiempos fueron también los de Antonio de Senillosa, por cuya boca oí por primera vez, pronunciado en sede parlamentaria, el nombre de Chateaubriand, el autor de Memorias de ultratumba, un libro que todos deberíamos ir leyendo. ¡Chateaubriand! Hoy sería un escándalo ese alarde de elitismo. Un elitismo que nos empujaba a los de abajo hacia arriba. Hoy no hay arriba, así que solo pueden empujarnos hacia más abajo. Lo que pasó en el Parlamento con Machado es un ejemplo. Dos hombres que no lo han leído jamás se enfrentaron por la pulcritud de una cita que les sonaba a chino y que utilizaron espuriamente. Se trata de un verso aislado, un poema de un solo verso, perteneciente a Proverbios y cantares. Lo digo: "Hoy es siempre todavía". ¡Admirable síntesis! ¡Esperanzadora además! Sánchez la ensució al usarla para defender la amnistía, pero la cita era correcta. Tal vez porque siempre ha contado con literatos entre sus asesores. A Feijóo, en cambio, lo asesora, o alguien que busca rápido y mal por Google, o alguien aún peor: un fan de Ismael Serrano. De este era el horrible añadido que Feijóo atribuyó a Machado. Confieso que me da morbo ver a la derecha citando a un cantautor: tal para cual. Pero si Sánchez hubiera tenido el libro de Machado en sus manos, tal vez hubiese leído este otro poemita de la página anterior, que le interpela: "Todo narcisismo / es un vicio feo, / y ya un viejo vicio". Me despido con estos dos versos célebres que nos interpelan a todos, al sectarismo rampante del país: "De diez cabezas, nueve / embisten y una piensa".

23.11.23

La feria de las vanidades ministeriales

Contaban en Málaga que cuando hicieron ministra a una política de aquí, la madre se quedó muy preocupada: "Hija mía, ahora va a saber toda España cómo eres". Y lo supo, vaya si lo supo. No digo su nombre porque de repente dudo entre dos, una del PP y otra del PSOE. Valdría para cualquiera de ellas, porque las dos se las traían.

Me he acordado esta semana al ver la feria de las vanidades de los ministros y las ministras (¡ha faltado algún –algune– ministre!). Quienes se incorporan deben probar su obediencia dentro de su ministerio, después de haberla probado fuera, razón de su nombramiento. Quienes permanecen son ya de contrastadísima obediencia. El presidente Sánchez les ha vuelto a premiar por una sumisión expresada mediante contorsiones: su asombrosa flexibilidad moral les capacita para las aún más complicadas que están por venir. Son genuflexiones operadas hasta la más íntima conexión neuronal.

Todos y todas (¡lamentablemente no todes!) juraron o prometieron el cargo por su "conciencia y honor": justo aquello cuya autoextirpación era un requisito para ponerse a las órdenes de Sánchez. Lo hicieron además ante una Constitución sobre la que tienen ideas creativas. Al orangutanesco Puente, por ejemplo, se le veía en la cara que hubiera preferido jurar la Ley de la Selva. En cuanto, por poner otro, a la antisemita Rego –la única ministra de la Infancia del mundo entero que justifica el asesinato de niños– supongo que le hicieron pasar antes por el control de explosivos, porque lo que le apetecería (¡esto no es información, es opinión!) sería meterle dinamita a la Carta Magna.

Es una contrariedad que el rey Felipe VI sea tan alto, porque les da a las imágenes oficiales un enojoso aspecto de bajorrelieve asirio. La superioridad jerárquica de Asurbanipal se plasma en su tamaño mucho mayor que las otras figuras, fatalmente subsidiarias. Solo Sánchez y Puente se aproximan, pero no lo bastante. La ventaja para todos ellos es que no pudieron atisbar en vivo el rictus editorializante del Rey, que tenía lugar allá en la cumbre. Al verlo luego en la prensa les entrarían ganas de pedir la República (¡esto también es opinión!).

Si lo analizamos, querer ser ministro es querer mandar. Y querer vivir en un mundo algodonoso de coches oficiales, despachos, moquetas, empleados a tu servicio y gente que se cuadra a tu paso. Esto es lo que reflejaban las henchidas caras de los ministros y ministras progresistas, que sin duda han progresado en sus vidas: han llegado, de hecho, a su tope. Y por el módico precio de someterse a Sánchez y acompañarle en todas sus dichas y desdichas, en todos sus dichos y desdichos. Debe de ser tan buena esa mierda que si te la quitan te da rabia, como a Belarra y Montero, exministras ya para toda la vida, cuesta abajo en su rodada desde su tope vital.

Llama la atención la emotividad, hasta las lágrimas en el caso de la vicepresidenta Díaz, al asumir el cargo. En algunas tertulias se ha comparado la toma de posesión de los ministros con la gala de los Goya. No con la de los Oscar, que es algo más sofisticada, sino con la nuestra, que es desparramada y cutrecilla. En el castizo mundo del cine español, el que gana un Goya dice con incontenible euforia carpetovetónica: "¡Me lo he llevado!". Pues lo mismo los ministros: se llevan sus ministerios.

"¡Que me lo he llevao, mamá!", podría decir hoy aquella ministra malagueña de que hablé al principio. Y si se entera toda España de cómo es, como temía su madre, peor para España. 

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19.11.23

Un patán al mando

[Montanoscopia] 
 
1. "Guardar y hacer guardar la Constitución". Con esta mentira inaugural ante el Rey (las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas) arranca Sánchez la nueva fase de su franquismo particular. La más letal sin duda. Los españoles se arrepentirán del 23-J. Y cuánto. Cómo lo van a pagar. No hay que ser Casandra para predecirlo.  
 
2. En el ambiente polarizado y embrutecido construido y alentado por Sánchez (al que luego, claro está, se han sumado –nos hemos sumado– todos: la máquina de la polarización y el embrutecimiento, una vez puesta en marcha, marcha sola), lo menos malo ya (siendo muy malo) era que Sánchez siguiese gobernando. Imagínense unas nuevas elecciones ahora y un gobierno de Feijóo: los polarizados y embrutecidos sanchistas hubieran hecho la vida imposible (ríanse de los "fachas" de Ferraz); los nacionalistas, independentistas y proetarras (disculpen el pleonasmo) hubieran multiplicado sus golpes posmodernos, modernos y premodernos. La única solución ya es que Sánchez se achicharre en el poder. La única extinción efectiva del sanchismo ha de der una autoextinción. No sé si ocurrirá; ni, si ocurre, qué parte del país se habrá achirrarrado y extinguido también. Un error de cada uno de los dos polos es pensar que hay una solución si se impone al otro polo. Pero lo cierto es que no hay solución ya. Solo habría no sé si solución pero sí apaciguamiento si se autodesactivara, por achicharramiento o extinción, el peor polo, el polo que ha desatado la polarización, el de Sánchez.  
 
3. Del mismo modo que existen el votante fino (¡yo!) y el manifestante fino (¡yo!), existe el sanchista fino. Este no incurre en las groserías del sanchista al uso, sino que hace como que cuestiona a Sánchez, aunque en realidad se limita a cuestionar a los socios de Sánchez, como si no tuviesen relevancia ni fuesen decisivos solo por Sánchez, para concluir, tras no pocos cantinfleos, que en cualquier caso la situación no es apocalíptica. Es un término interesante, porque no lo ha empleado ningún antisanchista. Solo el sanchista fino emplea, adjudicado al antisanchista, el término apocalíptico: así se delata como integrado.  
 
4. Me he asomado a cuatro manifestaciones contra Sánchez: la del recibimiento (hostil) a Sánchez en Málaga y, en Madrid, a la de la Puerta del Sol, a la de Cibeles y una noche a la de Ferraz. En todas lo mismo: una mayoría de indignados cívicos plenamente democráticos desactivados por una minoría de ultraderechistas y hasta carlistas con sus boinas rojas gritando burradas que se lo regalaban todo a Sánchez. Estos no han entendido que la protesta es por cuestiones formales, por la defensa vacía del Estado de derecho, es decir, por la nación de todos: protesta que estropean con su introducción improcedente de contenidos espurios. En las cuatro ocasiones me ha llamado la atención un personaje que se repetía: un viejecillo aislado, había unos cuantos en cada manifestación y en sus estribaciones, sin contacto entre sí, con la bandera de España en la mano o envuelta en el cuello como una bufanda, callado y triste, con una melancolía histórica y una visible pesadumbre, sin ganas de nada, asistiendo sin esperanza, como un simple testimonio inútil, preso de la fatalidad.  
 
5. La risotada de Sánchez contra Feijóo en el Congreso durante la sesión de investidura. Risotada de loco, risotada de tipo mediocre y bajo que no ha llegado alto por sus virtudes (ciertamente desconocidas), sino por sus defectos, potenciados sin piedad (hasta la resistencia y la voluntad son en él defectos). Un patán al mando.  
 
6. La lucha contra el fascismo produce aquí más destrozos que el fascismo. 
 
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12.11.23

Sánchez, ese Fernando VII de baratillo

[Montanoscopia]  
 
1. La perversión del militante político es perder de vista que hay un bien superior al partido que defiende: la existencia de otros partidos y su alternancia en el poder. El pluralismo, en resumidas cuentas. A lo largo de mi vida política, nunca militante, he apreciado las virtudes del cambio de partido en los gobiernos: la ventilación que supone. Pero ahora se ha impuesto el tipo de militante obcecado que solo ve lo suyo. El que no gobierne jamás la derecha es hoy el bien supremo para la izquierda, al que hay que sacrificarlo todo: la verdad, la ley, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la organización y la existencia misma del país. El presidente Sánchez es desdichadamente en España el líder de esta aberración. Un líder activo: va a por ello y lo consigue. A costa de una España crispada, polarizada, socialmente rota, pronto arruinada y ya embrutecida.  
 
2. Iré este domingo a la manifestación de la Puerta del Sol de Madrid, contra la amnistía y en favor del Estado de derecho. El presidente Sánchez ha conseguido levantarme de mi sofá austrohúngaro. ¡Soy el Lázaro austrohúngaro ahora, que camina! Ya lo hizo el viernes, un día después de su infame pacto con Puigdemont, cuando vino a la Subdelegación del Gobierno en Málaga a reunirse con el canciller alemán Scholz. A los malagueños, pues, se nos dio la ocasión de desahogarnos un poco contra este Fernando VII de baratillo que es Sánchez. A las manifestaciones se va a hacer bulto y a amplificar ripios, pero yo quería ahorrarme lo segundo. Y los demás insultos, aunque no fuesen rimados. El votante fino también es, o pretende ser, un manifestante fino. Dediqué un tiempo a considerar qué quería exactamente gritarle a Sánchez. Me quedé con dos palabras: "¡Fuera!" y "¡Canalla!". Armado con ellas en la boca, como dos bolas de chicle, fui a la sede de la Subdelegación. Una hora antes no había nadie: solo furgones policiales y policías, burócratas trajeados en el rellano tras la verja, cuatro ultraderechistas que parecían sacados de la película 7 días de enero (no me extrañaría que los hubiese puesto el Gobierno). Como el chiringuito Oasis está al lado, fui a tomarme un whisky al solecito, mientras este iba declinando con parsimonia. Cuando llegó la hora de Sánchez aún quedaba sol y aún me quedaba whisky, así que decidí aplazar la política por la vida una vez más. Una corriente de aire levantó arenilla a lo lejos, arenilla que por la luz que la atravesaba parecía polvo de oro. Podría haberme ido entonces, porque nada me pareció más antisanchista que aquella pausa del embrutecimiento. Pero al final fui. Había ya una multitud con banderas de España y gritando: "Pedro Sánchez, hijo de puta", "Puigdemont a prisión", "Que te vote Txapote"... El ambiente era más bien festivo. Solo vi una bandera con aguilucho: el premio que busca la prensa gubernamental y que siempre hay algún apretao que le brinda. Los gritos no me animaban a sumarme, así que me limité a hacer bulto. Observé que por aquí y por allá había ciudadanos como yo: solitarios, silentes, resistiendo con sobriedad. De pronto la multitud se puso a repetir una de mis dos palabras elegidas: "¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!"... Me monté en la ola, coreé esa palabra y saqué la otra que traía: "¡Canalla! ¡Canalla! ¡Canalla!". La sofisticación de mi improperio causó extrañeza alrededor. Fui mirado. Nadie me acompañó. Por eso me partí de risa cuando no mucho después un periódico sensacionalista tituló así: "Una multitudinaria protesta revienta la reunión de Sánchez con Scholz en Málaga al grito de '¡Canalla!'". 
 
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10.11.23

Puigdemont como obra de arte

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 4:19:50]
 
Buenas noches. Hoy traigo a un personaje aparentemente anticlimático pero que en realidad es superclimático: ¡Puigdemont! No encuentro mejor sitio para él que el Nanosegundo. La política se le queda pequeña y en ella está descontextualizado. Mi tesis es que a Puigdemont hay que contemplarlo como obra de arte. Háganlo y verán que funciona. Cuando apareció en nuestras vidas parecía un personaje ridículo, con su aspecto de quinto Beatle: una especie de tuno del independentismo catalán. Pero ha terminado siendo el Oscar Wilde español. El escritor irlandés dijo aquello de: "He puesto todo mi genio en mi vida y solo mi talento en mis obras". Puigdemont podría decir: "He puesto todo mi genio en mi vida y solo mi talento en mis golpes de Estado". Solo su talento, ¡pero qué talento! En cuanto a su vida, es de una genialidad absoluta. ¡Y qué arco narrativo! Es el hombre que ha proclamado la república más fugaz de la historia, el hombre que huyó en el maletero de un coche, el hombre que vagó por Europa como los héroes de la literatura para terminar en Waterloo, sin arredrarse ante la sombra del mismísimo Napoleón. ¿Quién ha hecho algo parecido? Pero la cosa no acaba aquí: también le ha echado un pulsazo a Sánchez, quizá el gobernante con más ego que Napoleón. Ha dicho que quería hacerle "mear sangre", que es una frase preciosa. Con Sánchez, por cierto, Puigdemont ha sido Lola, el ángel azul, la mujer fatal, que ha llevado a Sánchez a la perdición. Pero lo más bonito de Puigdemont es cómo ha renacido. De ser un alma en pena en el Parlamento Europeo, ha pasado a tener una alegría contagiosa. Como dice una amiga, "se le ha puesto risilla de hijo del director del colegio". ¡Es una obra maestra Puigdemont!

9.11.23

Cuando el presidente es el primer incendiario

Me imagino a Sánchez encantado con el panorama. Es, al fin y al cabo, su obra: esta España embrutecida, polarizada, barata, chapoteando (¡txapoteando!) a su nivel. Desmiente, desde luego, su relato de la concordia. ¡"La España del amor", decían en la propaganda electoral! Un amor contra media España: un amor con el que acribillar a media España. El relato era obviamente falso. Un relato instrumental, cuyo propósito es embrutecer, polarizar, abaratar, txapotear. ¡De ahí el éxtasis de Sánchez que conjeturo!

La ultraderecha le es necesaria: es la guinda de su pastel. En cuanto asoma un poquito, la absorbe y expande como maná caído del cielo. Digo bien la expande: no trata de aminorarla sino de agrandarla, alimentarla. Todo va en esa dirección. Los dos tuits que ha puesto Sánchez (o su equipo en su nombre) a propósito de las concentraciones ante las sedes del PSOE son significativos.

Dice el primero: "Todo mi cariño y mi apoyo a la militancia socialista que está sufriendo el acoso de los reaccionarios a las casas del pueblo. Atacar las sedes del PSOE es atacar a la democracia y a todos los que creen en ella. Pero más de 140 años de historia nos recuerdan que nunca nadie será capaz de amedrentar al PSOE. Seguiremos adelante".

Y dice el segundo (el último cuando escribo): "No esperamos nada de quienes por acción u omisión apoyan el asedio a las casas del pueblo socialistas. Su silencio les retrata. El avance social y la convivencia merecen la pena. No quebrarán al PSOE".

A Sánchez le interesa que quienes se oponen a él no sean ciudadanos, sino "reaccionarios". No concibe que concentrarse ante las sedes del PSOE sea otra cosa que "atacar"; no puede existir manifestación de descontento hacia él y los suyos, sino solo "acoso", "asedio". Su partido, por su parte, encarna la "democracia", el "avance social", la "convivencia". La respuesta de Sánchez, naturalmente (¡este es su único mensaje!), es fomentar la confrontación, permanecer en ella: "Seguiremos adelante", "No quebrarán al PSOE". Es el presidente de media España contra la otra media. Siempre lo ha sido.

Sánchez se autodenomina progresista (y a su Gobierno lo llama Gobierno progresista) cuando no ha habido gobernante más reaccionario en España desde el franquista Arias Navarro. Bueno, exceptuando a los líderes del independentismo catalán: precisamente sus socios del Gobierno progresista. Y lo llamo reaccionario en sentido estricto: como no hay nada más progresista que el Estado de derecho (garante de la igualdad de los ciudadanos y del imperio de la ley frente al abuso de los poderosos), quien lo debilita o elude es antiprogresista. Así Sánchez.

La aberrante carrera reaccionaria de nuestro presidente progresista pretende culminar en una amnistía a los golpistas catalanes que dinamitaría el Estado de derecho y acabaría, por tanto, con la igualdad de los ciudadanos y con el imperio de la ley en España. Que cuente con el apoyo de su partido entero, con escasísimas disidencias, hace más deprimente la aberración. Que el fin último (el exclusivo fin) sea la permanencia en el poder la ennegrece de manera irremediable.

Solo le queda un relato: que todo es contra la ultraderecha. Una ultraderecha real pero minoritaria en las protestas. Una ultraderecha que, por favorecer el relato de Sánchez, parece diseñada por él: su ultraderecha soñada. Lo más divertido (trágicamente divertido) es que no me imagino ni siquiera a una ultraderecha en el poder cometiendo las aberraciones reaccionarias que están cometiendo el progresista Sánchez, su Gobierno progresista y su progresista PSOE. A los que solo les cabe ya el incendio. Y la ilusión de que las llamaradas no les alcancen.

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5.11.23

Dos franquismos en menos de un siglo

[Montanoscopia] 

1. Quienes no asistieron a la jura de la Constitución de Leonor en el Congreso –nacionalistas, independentistas, proetarras (disculpen el pleonasmo múltiple), ministros populistas y antisemitas, en los que se sostiene nuestro disfuncional presidente en funciones– le hicieron a la princesa el mejor regalo que podían ofrecerle: su ausencia. 

2. Deprimente lo de todos los socialistas escribiendo larguísimos tuits (¡tuits epístolas!) con sus "Yo he votado sí" a la petición de Sánchez para que apoyen las cerdadas de Cerdán y los apaños de Bolaños.¡Son procuradores de Franco! ¡Qué triste siempre el espectáculo de la sumisión! 

3. Lo que no entiendo, dado lo que apoyan, es qué no les gustaba exactamente de Franco. ¿Que no fuera del PSOE? 

4. Dos franquismos en menos de un siglo (con sus respectivas hinchadas franquistas, sus respectivos franquismos sociológicos, sus respectivas prensas del movimiento y sus respectivos escritores del régimen) son demasiados para un país. 

5. El bufón Idafe: bufón que se ríe no del poder sino de los que se oponen al poder. Buen chico Idafe. Confieso que, no obstante, me cae bien: al fin y al cabo se sale del tono mansurrón, pero no por ello menos ofensivo e insultante (últimamente, también insultante de la inteligencia), de El País. Idafe: el bufón del régimen. La fachosfera es él. 

6. Desesperante Feijóo. Qué poca formación tiene. Qué poca fibra moral y de cualquier tipo... Sigue pidiendo elecciones: ¡como si los infamantes pactos de Sánchez con los independentistas pudiesen ser legítimos de haber estado en su programa! 

7. Cuando Carrascal, que acaba de morir, apareció en los noventa como presentador nocturno del noticiario de Antena 3, me vino el recuerdo de que yo ya lo conocía de los setenta. En 7° de EGB, en el curso 1978/79 (¡el curso constitucional!), el profesor de Lengua, don Leopoldo, nos puso como libro de lectura una Antología de la literatura española firmada por José Mª Carrascal. Así, mientras este daba atildadamente las noticias (editorializantes siempre) con sus corbatas ("me gusta llevar camisas discretas y corbatas vistosas", decía), yo me acordaba de las tardes de los viernes en que leíamos a los clásicos en su libro. Reconozco que a veces eran tardes tediosas, pero dejaron un poso. Otras fueron tardes emocionantes, como cuando leímos uno de los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, el de "La abadesa encinta". Veo a don Leopoldo explicando qué era encinta y nuestra naturalidad ante el milagro, todos, profesor y alumnos, como en un cuadro (ahora) medieval. 

8. Abyectos traficantes de niños muertos. Niños que mata Israel y Hamás pone de escudos. El pecado de Israel es romper el escudo aunque sea humano, en su guerra entre de protección (me temo que más falaz que eficaz) y venganza. Yo asisto con un sentido trágico de la historia, con una desolación esencial. Haciéndome cargo de todo, sin que nada se me ahorre: con horror ontológico. Otros (¡otras!) se echan esos niños muertos en el zurrón sectario, como munición (soez) para su batalla retórica. Batalla que omitieron cuando mató niños Hamás. Y cuando los mató Putin. A este, de hecho, le aplaudieron las matanzas. Abyectos (¡abyectas!) traficantes de niños muertos: los que lloran y los que celebran. 

9. Los taxistas tenían razón: los políticos son todos unos sinvergüenzas (incluyendo en esta categoría a los periodistas de partido, que no son periodistas sino políticos). A lo máximo a lo que podemos aspirar es a que, además de sinvergüenzas, no sean unos delincuentes. Esta suerte no la estamos teniendo tampoco. 

10. Haber sido derrotado absolutamente en la Historia de España. No cabe mayor honor. 

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2.11.23

Citas con la muerte

Nietzsche tiene una sustanciosa cita con la muerte: "Gracias a la segura perspectiva de la muerte podría estar mezclada a cada vida una exquisita y aromática gota de ligereza –¡y lo que vosotros, extrañas almas de boticario, habéis hecho de ella es una gota de veneno que sabe mal y vuelve repugnante la vida entera!".

En este Día de Difuntos quiero traer citas con la muerte dentro; no buscándolas, sino escogiéndolas de entre las que llevo en la cabeza (aunque para su literalidad sí las he buscado).

Larra escribió El Día de Difuntos de 1936 unas semanas antes del pistoletazo. Su pesimismo le hizo decir: "Aquí yace media España; murió de la otra media". Viene al pelo en estos ominosos días su visión de la gente camino del cementerio: "¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro?".

Uno de los mejores finales de novela que conozco es el de Conversación en La Catedral de Vargas Llosa, de la que se recuerda su principio (que también nos viene al pelo): "¿En qué momento se jodió el Perú?". En el final aparece la muerte como refugio de la historia y de la vida: "Trabajaría aquí, allá, a lo mejor dentro de un tiempo había otra epidemia de rabia y lo llamarían de nuevo, y después aquí, allá, y después, bueno, después ya se moriría, ¿no, niño?".

La muerte como corrección de ese error que es la vida es a lo que se refiere el título Corrección de Thomas Bernhard, de entre cuyo aluvión de frases escojo: "La tranquilidad no es la vida, así Roithamer, la tranquilidad y la tranquilidad perfecta es la muerte, así Pascal, así Roithamer".

Borges lo matiza suavemente en estos versos que reflejan la filosofía de Schopenhauer: "Equivocamos esa paz con la muerte / y creemos anhelar nuestro fin / y anhelamos el sueño y la indiferencia. / Vibrante en las espadas y en la pasión / y dormida en la hiedra, / solo la vida existe. / El espacio y el tiempo son formas suyas, / son instrumentos mágicos del alma, / y cuando esta se apague, / se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte, / como al cesar la luz / caduca el simulacro de los espejos / que ya la tarde fue apagando".

Cernuda deposita en la muerte un anhelo de completud: "donde la muerte únicamente, / la muerte únicamente, / puede hacer resonar la melodía prometida". Jünger dice casi lo mismo en El teniente Sturm, en que describe así una muerte en la trinchera: "Su última sensación fue la de hundirse en el torbellino de una antiquísima melodía".

El mismo Jünger en Radiaciones: "A un hombre podrán fallarle todas las citas que tenga previstas a lo largo de su vida –menos una: la cita con la muerte". Y: "En el ser humano reposan también cualidades que solo la muerte desplegará. Entonces la metamorfosis no ocurrirá ya en determinados estratos, sino en la plenitud. Oh vosotros, los grandes aventureros –esa será vuestra última y máxima aventura".

Platón, como recordaba Eugenio Trías, propone la creación, la procreación, como una respuesta terrenal de la vida ante la muerte, según dice en El banquete: "La naturaleza mortal busca en lo posible existir siempre y ser inmortal. Y solo puede conseguirlo con la procreación, porque siempre deja un nuevo ser en el lugar del viejo".

Algo que enlaza con Nietzsche, por terminar con el filósofo con el que empecé. En esta proclama del Zaratustra une vida y muerte en la afirmación de la vida transitoria y de la creación: "¡Sí, muchas amargas muertes tiene que haber en nuestra vida, creadores! De ese modo sois defensores y justificadores de todo lo perecedero". 

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29.10.23

Limpieza de sangre, Pam, Dudda y el último tango en Ferraz

[Montanoscopia] 

1. El desatado antisemitismo de la izquierda española (¡con lo de derechas que fue siempre en España el antisemitismo!) no debe extrañar si atendemos al hecho de que la izquierda española lleva años siendo la principal ejecutora del gran rasgo histórico del antisemitismo español: la obsesión por la limpieza de sangre; una obsesión inquisitorial. Aquí al que disiente un poquito o manifiesta un atisbo de crítica a la izquierda (incluso, o sobre todo, si dirige su disidencia o crítica a sus desviaciones reaccionarias), esta lo tacha de facha; técnicamente, según el esquema mental de la izquierda hoy exhibido sin complejos, de judío. 

2. Muy decepcionado con Pam (¡Pam, Pam! ¡Pam!). Se ha quejado amargamente de los gordófobos, pero no ha tenido ni un recuerdito para los gordófilos, que hemos dado la batalla por ella (¡nuestra genuina batalla cultural!). La he defendido contra viento y marea y a trancas y barrancas, pero, como dice un amigo, ha hecho conmigo la vista gorda. Prefiere fijarse en lo malo de la vida y no en lo bueno, que soy yo. Pero acepto con deportividad lo que expresó Borges: "Infinitamente existió Beatriz para Dante. Dante, muy poco, tal vez nada, para Beatriz". 

3. Desgracia de Argentina: lo único que se le ocurre para acabar con peronismo es un peronista del antiperonismo. 

4. El respeto de Feijóo por Puigdemont. Ahí está todo. Es decir, en la falta de respeto de Feijóo por sus votantes. Y por sí mismo. 

5. Cantinflea el presidente del Cercle d'Economia donde Alsina sobre la inminente amnistía para los independentistas catalanes. Cantinflea como si el cantinfleo de un catalán siguiera gozando de crédito ante los demás españoles. Ese crédito es uno de los lujosos intangibles que los nacionalistas catalanes, también los empresarios del Cercle, arruinaron para todos los catalanes. No parecen haberse dado cuenta aún de lo que han perdido. Por ejemplo, antes un catalán tenía que demostrar que era idiota; ahora tiene que demostrar que no lo es. 

6. Sábado por la mañana. Pincho en un minivídeo de Marlon Brando en el Comité Federal del PSOE untándoles mantequilla a sus miembros y miembras para introducirles la amnistía. Ellos y ellas aplauden, sonríen, celebran la exultante arenga de Marlon. Mi imagen es de un obvio mal gusto, pero el de la realidad que tan ramplonamente me inspira es aún peor. El último tango en Ferraz. 

7. El periodista activista Fran Sevilla, corresponsal de Hamás en RNE (¡con el dinero de los españoles!), y el fotógrafo Javier Bauluz, cuyos manejos fotográficos es una de las asignaturas de los discípulos de Arcadi Espada, celebran la foto de un padre palestino cargando a sus cinco hijos entre ruinas de Gaza. Escribe Bauluz: "Esta foto vale más que 1.000.000 de palabras. Palestina contra Goliath". Es una foto creada con IA, y con un montón de detalles chapuceros que escaparon a la mirada profesional del fotógrafo. O no: porque su auténtica profesión, como la del periodista activista, es la ideología. (Luego se han tenido que desdecir: de este episodio concreto, no de su profesión ideológica.) 

8. Es un gran libro Mi padre alemán, de Ricardo Dudda, que edita Asteroide. Ha logrado combinar los elementos trágicos y cómicos de modo que su lectura resulta una delicia emocionante. El retrato analítico, cariñoso, humorístico del padre alterna con la historia de su familia alemana a partir de las dos guerras mundiales: una historia terrible; también de lucha por la supervivencia (imposible no pensar en los refugiados palestinos de hoy). Uno de mis estímulos de lector: los hilos frágiles, azarosos (¿o necesarios?), para que Dudda naciera y escribiera el libro. 

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27.10.23

¡No lean a sus autores detestados!

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 4:11:50]
 
Buenas noches. La opinión ultramontana más fuerte de los últimos días no la he soltado yo, sino nuestro querido Rafa Latorre, que me quiere quitar el puesto. La semana pasada, cuando le entregaron el premio Princesa de Asturias de las Letras a Murakami, Latorre dijo en La Brújula dos noches seguidas que le gustaban los libros del autor japonés. Me preparé para lanzarme en plancha a apagar la radio si lo repetía una tercera, pero por fortuna llegó el fin de semana. Da igual, el mal ya estaba hecho. Su criterio literario, que yo tenía en alta estima gracias a su devoción por 'Moby Dick', cayó por los suelos. Latorre contó que al principio detestaba a Murakami, como todo el mundo. Pero le picó la curiosidad y se puso a leerlo. Fue entonces cuando descubrió que le gustaba. Se dan ustedes cuenta de dónde está el problema, ¿verdad? ¡En leer los libros! Ese fue el error de Latorre: ¡leer! Si lees a Murakami, corres el riesgo de que te guste Murakami. Yo no he incurrido en ese error y por eso sigo detestando a Murakami. ¡No estoy dispuesto a que sus libros atenten contra mi detestación! Confieso que a muchos autores que detesto no los he leído. Y pienso seguir así. Yo me lo paso pipa detestanto a autores, y no voy a permitir que la lectura de sus libros acabe con mi diversión. Un autor sin sus libros es un pobre hombre; o una pobre mujer, claro. Es muy reconfortante mirarlos así, sintiéndome superior. Lo mejor que tienen, que son sus libros, lo ignoro. Aquello a lo que dedican su vida para mí no existe y los juzgo por todo lo demás. Sé que no es sano, pero así funciono. Hagan como yo: ¡no lean a sus autores detestados!

26.10.23

La destilación amarga de la historia

Hasta los periodistas repiten que la primera víctima de la guerra es la verdad. A la idea esperanzadora de que ese aserto podrían usarlo de advertencia para extremar las precauciones, le sucede la comprobación pesimista de que lo utilizan como programa. "La primera víctima de la guerra es la verdad, no tienen más que leerme", podrían decir los periodistas. No todos, pero sí los suficientes. De hecho, un montón. Abunda la tétrica figura del periodista activista: activista de algo que no es el periodismo. Para ellos el periodismo es la política por otros medios. Al fin y al cabo, combaten el poder, presumen. No importa que su periódico sea el boletín del poder. (Hay más de uno en España; y radios, y televisiones...)

A lo que estamos asistiendo después del pogromo del 7 de octubre en territorio israelí a manos de los terroristas de Hamás es a la constatación de que nada se ha aprendido en la historia, de que esta no funciona como prevención ni como nada, solo como huella sangrienta de pasos que replicarán los del futuro, sangrientos también. No hay aprendizaje, sino únicamente escarmientos, que son fugaces por desgracia.

El antisemitismo, la peor infección de la historia, un concentrado del mal de que es capaz el ser humano y que desembocó en el Holocausto, goza de buena salud. Incluso entre quienes no hacían más que ver películas y documentales y leer y recomendar libros sobre el Holocausto. Al final resulta que simplemente estaban entretenidos en un tema decorativo, que les procuraba sin duda emocioncillas, mientras ellos mismos portaban la infección... Quizá buscaban en el material sobre el Holocausto el lugar que ellos hubieran ocupado allí: el de los verdugos, voluntarios o no. El extravío de la izquierda ha llegado adonde tenía que llegar, una vez iniciado desquiciadamente: al odio a los judíos. Así ha consumado su sustitución de la ultraderecha. (Autodenominarse anti solo les ha servido de coartada.)

Uno de los problemas es la tendencia mayoritaria a pensar que hay solución, cuando la verdad es que no hay solución. Supongo que es una tendencia evolutiva elemental. Marcel Duchamp, a propósito, dijo una frase genial que rompía el nudo gordiano con un espadazo zen: "No hay solución, porque no hay problema". Estoy de acuerdo en último extremo, pero solo en el último. En lo que queda más acá sí hay problema, incluso problemón. La situación es trágica siempre, y de vez en cuando se agudiza la tragedia.

Tal vez se trate de percibir el dolor en estéreo, algo complicadísimo y sin duda antievolutivo. En general, la gente se arracima en uno u otro bando con tanto frenesí que se vuelve ciega (y sorda ¡y muda!) al sufrimiento del contrario. Hay una especie de instinto militar básico, concentrado, aniquilador. Pero caben percepciones más sofisticadas. Y devastadoras para uno mismo: costosas, decididamente incómodas; sin descanso ni consuelo.

Es la destilación amarga de la historia. La conciencia de su catástrofe. Toda la casuística (sobre la que se puede razonar) que desemboca en los muertos, los heridos, los refugiados (que constituyen absolutos)... El análisis y deslinde de responsabilidades no impide que se reconozca la dinámica de las espirales de odio, que las venganzas avivan. Ahora tenemos a Netanyahu tratando de compensar su inoperancia. Y a los palestinos enroscados en un tormento del que no aciertan a culpar a sus desastrosos gobernantes, a sus terroristas y a la izquierda internacional que los mantienen penando para sentirse bien, pura. La verdad desestabiliza.

Entiendo a los que se hacen cargo de todo (¡del dolor universal!) y estallan. Porque no se puede soportar. Aunque lo soportamos. 

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22.10.23

Gravedad de la Corona, 'Vilnis' y el comisario McMillan

[Montanoscopia] 

1. Algo bueno está teniendo el pifostio español: le ha dado gravedad a la Corona. Se vio en la entrega de los premios Princesa de Asturias, con los discursos de la princesa Leonor y en especial del rey Felipe. Un espectáculo lujoso, íntegramente republicano. Quitando el hecho (no menor, desde luego: Savater lo llamó hace años "lotería primitiva") de que no son elegidos, los reyes pueden acoplarse al republicanismo político y ser, como ocurre en España, sus garantes. Para los republicanos como yo dependerá de cada rey, que habrá de cumplir su función. 

2. Le llevé a Bárbara Mingo mi ejemplar de Vilnis para que me lo firmara y, una vez con el libro en la mano, me puse a picotear en algunas hojas. El resultado fue que decidí volver al principio para releerlo entero. Mi primera lectura fue de cuando salió hace dos años (en la editorial Caballo de Troya). Me gustó entonces, pero me he dado cuenta ahora de que lo leí demasiado rápido. Vilnis invita a demorarse, a leerlo con atención: es muy sutil, con observaciones y reflexiones muy finas, de una exquisita delicadeza. Su argumento es que Mingo viaja a Lituania interesada por el músico y pintor de finales del siglo XIX y principios del XX Mikalojus Konstantinas Čiurlionis, también en búsqueda o espera de algo que va más allá del artista. En la contraportada emparentan a la autora con Sebald y Handke, pero a mí me evoca además ciertos periplos de los surrealistas que aguardaban destellos del mundo: sobre todo los pasos perdidos (y encontrados) de André Breton, quien acuñó su poética de afirmación de la vida en la expresión signo ascendente. Creo que los cuadros de Čiurlionis mismos hubieran formado parte del canon surrealista si no hubiesen estado fuera de la vista de Breton. 

3. He encontrado el modo perfecto para practicar inglés: ponerme capítulos de las series que veía de niño en la televisión. Muchas están en versión original en algunas plataformas, pero sobre todo en YouTube, que es donde yo suelo verlas. Una experiencia inmersiva en los años setenta del pasado siglo, que casi parece el XIX. Veo Colombo y McCloud. Kung Fu. Lou Grant. Vacaciones en el mar. Starsky y Hutch... También alguna británica como Poldark. ¡Me quedan muchísimas! ¡Es un archivo inagotable! Ahora estoy con Vicky el vikingo, mi serie de dibujos animados favorita de todos los tiempos. ¡Qué feliz fui con Vicky! En esta revisitación crepuscular (¡el niño se marchó!) me fijo en los momentos de calma: el atardecer, las navegaciones, algún paseo, alguna celebración de la aldea... La música ahí es tranquila, como de un paraíso fácil, calmado. Aunque entonces asistíamos a esas escenas deseosos de que volviese la aventura, me doy cuenta de que también me gustaban: a contramano, apelaban a mi pozo contemplativo. El pequeño Montano adiestrándose en las estéticas que luego lo arrastrarían, mientras se terminaba su bocadillo de salchichón. Pero mi gran reencuentro ha sido el de los capítulos de Comisario McMillan y esposa, con Rock Hudson y Susan Saint James. Cuando me los pongo tengo la certeza de que soy el único ser humano en el planeta que está incurriendo en el rescate del entrañable matrimonio. De niño me fascinaban las escenas de la cama. Para mí casarse era eso, estar metidos en la cama charlando, bromeando, discutiendo incluso, pero entre almohadones. Me parecía la felicidad, y eso que aún no tenía ni idea de sus otras posibilidades placenteras. Ya de adulto, no me he metido en la cama con una mujer sin pensar, siquiera por un instante, que soy el comisario McMillan. 

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15.10.23

Adiós a la izquierda, el Rubialito, nombres de mujer y Pumares

[Montanoscopia] 

1. En mi pequeña historia personal, lo saben los lectores de mi artículo del jueves, la reacción de la izquierda a los crímenes de Hamás en Israel de hace ocho días marca el final de la consideración de mí mismo como alguien de izquierdas. Por tratar de preservarlo me he pasado años llamando a la izquierda que hay, que no tiene nada que ver conmigo ni con lo que yo consideraba izquierda, pseudoizquierda. Pero se acabó. No hay más izquierda que la que hay, y la que hay está o a favor del pogromo del 7 de octubre o no lo suficientemente en contra. Los adalides de la superioridad moral viven hundidos en la más abyecta y repulsiva inmoralidad. ¡Fuera de ahí por mi parte! ¡En la dirección opuesta!

2. Perezón por el Mundial de Fútbol en España de 2030. Una supuesta inyección exaltante en el momento histórico más anticlimático. Les dije a los amigotes que la mascota debería ser el Rubialito: un muñeco calvo y larguirucho como Mortadelo que caminara llevándose las manos a los huevos y lanzando piquitos al aire... Pero el que el Mundial sea compartido con Portugal y Marruecos tiene su poética. Creo que la última vez que los tres países montaron algo juntos fue en 1578, el 4 de agosto concretamente: fecha de la batalla de Alcazarquivir. Allí fue donde desapareció el rey don Sebastián de Portugal y nuestro poeta (y capitán) Francisco de Aldana. Desde entonces los portugueses esperan al rey, pero los españoles no esperamos al poeta. Tal vez se presenten de la mano en la final, que debería ser, naturalmente, en Alcazarquivir. 

3. Me pilla en Madrid la presentación del número de octubre de la revista Letras Libres, que hacen Daniel Gascón y el historiador Juan Francisco Fuentes. Es en el acogedor bar María Pandora de Las Vistillas. Fuentes, al que David Mejía entrevistó hace poco, da una lección magistral sobre los intelectuales, la Transición, la amnistía... Es un hombre serio, que no sonríe, pero cuya seriedad no es hostil sino suave: y va a favor del discurso, porque le otorga gravedad a los temas. Luego, el revoloteo de las charlas con la copa en la mano: una de las formas chispeantes de la felicidad. Veo a amigos y amigas. Con las que hablo son portadoras de extraodinarios nombres de mujer: Pastor, Bavière, Nacarino, Puertollano, Mingo (¡cantar Mingo!).

4. El presidente en funciones recibe a la bruja del crimen. Se le ve perfectamente a gusto. La política española es un cuento de terror.

5. Mi afición al ciclismo me llevó a ponerme a José María García todas las madrugadas, en espera de los minutos que le dedicara a ese deporte, fuesen muchos como durante las grandes vueltas o pocos como en el invierno, en que a lo mejor solo decía que el Banesto se había concentrado en Sierra Nevada. Yo estaba obsesionado y me bastaban esos datos para mantener el hilo de mi pasión. A cambio, tenía que tragarme tremendas turras como la del (así lo llamaban) caso Milla. Algunas veces me quedaba dormido con la radio puesta, pero algo me despertaba después: los gritos de Carlos Pumares a algún oyente. Aunque casi siempre apuraba el programa de García y desembocaba en la melodía del de Pumares, que recuerdan ahora las emisoras porque se ha muerto. Fueron muchas madrugadas, y todas raras. La época era rara. Ni sé cómo nos poníamos en pie a la mañana siguiente, con aquel trasnoche. Éramos bohemios recogiditos. La bohemia la pasábamos en la cama con los ojos cerrados, proyectada la imaginación con la voz de Pumares. 

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13.10.23

A favor de la supresión de los dos besos

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 4:26:36]
 
Buenas noches. Los desastres del mundo han dejado atrás un tema que para mí era de capital importancia. Quisiera rescatarlo, porque además tengo una opinión ultramontana sobre él. Me refiero a los dos besos de saludo que son costumbre entre hombres y mujeres y que la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, mi adorada Pam, quisiera suprimir porque los considera pecaminosos. Bueno, ella no dice pecaminosos, pero así nos entendemos. Mi opinión, ya advertí que ultramontana, es que celebro el final de esos besos que los tíos nos hemos visto siempre en la obligación de encasquetarles a las tías. Para nosotros ha sido una engorrosa servidumbre. Por fin alguien (¡viva Pam!) viene a liberarnos. Los hombres llevábamos toda la vida sufriéndolo en silencio, pero no nos atrevíamos a dar el primer paso por si ellas se molestaban. Este capote me recuerda al otro que también nos echó a los hombres el Ministerio de Igualdad con la ley del Solo sí es sí, que desmanteló el temible arsenal nuclear femenino: la bomba atómica de las mujeres siempre fue la ambigüedad. Volviendo al saludo, supongo que se terminará imponiendo el japonés, en el que no hay contacto físico (¡el ideal virtuoso!), pero por el momento se sugiere que hombres y mujeres se saluden dándose la mano, lo mismo que se hace solo entre hombres. Obsérvese, por cierto, que entre estos se pusieron brevemente de moda los besos en los años ochenta y noventa: la tendencia entonces era igualar por arriba, hoy por abajo. Pero a mí lo de dar la mano en su lugar me parece fantástico. Al fin y al cabo, los besos que perdemos eran leves, fugitivos, apenas un roce. A cambio, las mujeres nos dejarán tocarles la mano. ¡Vamos a hacer maravillas con lo de tocarles la mano!

8.10.23

Ninguna esperanza, toda la curiosidad

[Montanoscopia]
 
1. Por la historia de España no tengo ninguna esperanza, pero sí toda la curiosidad.  
 
2. Ojalá rebose de gente la manifestación de hoy 8 de octubre en Barcelona. Aunque no servirá para nada, como no sirvió la de 2017. Esta vez no estaré, solo seré compañero de viaje (¡inmóvil!) desde mi sofá austruhúngaro: el sofá en el que vivo ya la descomposición que viene. Soy el nuevo hombre sin atributos de la nueva Kakania.  
 
3. Los españoles tuvieron su bola de partido el 23-J y la desaprovecharon. Lo poético es que lo van a pagar, y cómo. Hablo en tercera persona porque yo no tengo nada que ver con esos tipos. ¡Los españoles! Esos que aclaman a Fernando VII ("¡vivan las caenas!"), dejan que Franco muera en la cama y no castigan electoralmente a Sánchez.  
 
4. La culpa de que siga el PSOE, con lo peor (el PSOE formando parte ya de lo peor), la tienen la incompetencia del PP (y su falta de ejemplaridad) y la existencia de Vox: este, de raíz. Aparte de los españoles, esos cracks, naturalmente. También tenemos nuestra culpa los que nos abstuvimos en las elecciones generales de 2019. Teníamos razón, pero qué desastre. ¡No se puede tener razón! Tal vez como ahora. Pero ahora yo ya me limito a padecer la historia. Mi única acción es la escritura.  
 
5. Ceaucescu ha tratado a cuerpo de rey a los mandatarios europeos en los palacios del sur, explotando como un gigoló su capital erótico con la máxima, consentidísima ella (¡el ideal de Rubiales!), y en su presencia ha presumido de sus ceaucescadas. Los mandatarios europeos, jartos de jamón y vino, flamenco y escenarios nazaríes, asienten y sonríen. (Orbán, eres un aficionado.)  
 
6. Si no hay ningún corte en el vídeo (yo no lo aprecio), esto es lo que dijo exactamente Sánchez sobre la amnistía a los golpistas catalanistas ante el presidente del Consejo Europeo y la presidenta de la Comisión Europea: "Cuando se den a conocer los acuerdos, no tengan ustedes ninguna duda, serán públicos, transparentes, y por tanto validados por el poder legislativo e incluso, si quieren ser recurridos ante el Tribunal Constitucional por parte de la oposición, también [por] el Tribunal Constitucional". El asistente Cué (hasta a él debió de sonarle un pelín totalitario lo de su señor) lo adecenta en El País: "Y si la oposición quiere recurrirlos al Tribunal Constitucional, también se tendrá que pronunciar". En el vídeo apostilla Sánchez: "Plena normalidad democrática". Y aquí la que protesta es su lengua (¡hasta la fisiología de la fonación de Sánchez tiene más conciencia moral que Sánchez!), porque se traba ligeramente al decir normalidad
 
7. Del mismo modo que Vox no quiso, en los casi dos meses que fueron del 28-M al 23-J, que se dejara de visualizar la panda de millanastraycos buxadeses con los que tendría que pactar el PP, los independentistas catalanes y los proetarras están dándolo todo para que se visualice con quién está pactando el PSOE. Y me resigno cansinamente a repetir que mi repugnancia por Vox no me impide ver que los otros son (aún) peores, y además anticonstitucionalistas y cómplices de la delincuencia, cuando no practicantes.  
 
8. La resplandeciente princesa Leonor jura la bandera y jurará la Constitución del país que no será. El país que es y será es el de Yolanda Díaz, que visita al golpista prófugo Puigdemont y habla de presos políticos. No digo el país que los tiene, sino el país cuya vicepresidenta dice que los tiene. Y probablemente con ella, y con Sánchez, los tendrá. Nos tocará la nostalgia (¡sebastianista!) del leonorismo. 
 
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